Esta decisión tan lógica, en cierta medida, es totalmente anormal para la mayoría de los turistas. A excepción de Praga, la República Checa es un lugar completamente desconocido para casi todo el mundo. Solo los alemanes, los propios checos, y, por supuesto, los japoneses saben las maravillas que esconde.
Este post está dedicado a esa mayoría, para que sean conscientes de todo lo que se han perdido quedándose en la capital.
Es un pequeño pueblo al sur de Brno muy frecuentado por turistas checos y alemanes (creo que a los japoneses no se les da bien sacar fotos y andar en bici al mismo tiempo). Es como el oasis del guerrero cervecero, donde acuden a degustar los vinos de Moravia y pedalear por hermosas carreteras que zigzaguean entre viñedos.
La arquitectura es espectacular y sus vinos muy peleones.

Además, alrededor del casco histórico hay un lago artificial y unos caminos de tierra por donde pasear agarrados de la mano o con una cámara en la mano, listo para capturar la tranquilidad de la vida en esta parte del país, antes de atacar las bodegas locales.
Znojmo
En Znojmo, como en cualquier lugar del país, se puede beber buena cerveza local, pero también tiene la alternativa del vino. Una alternativa que puede convertirse en irresistible, si además te lo sirven al atardecer en una ladera rodeado de viñedos.
De todas formas, si sufrís el síndrome de riojitis, como lo sufro yo, más os vale continuar con la cerveza.
Brno
Es la segunda ciudad más grande del país. Viven aproximadamente 400.000 personas y es un lugar amable para pasear, lo que muchos interpretaréis como un eufemismo de ciudad aburrida. Pues no. Al menos, no durante la celebración del espectáculo del Gran Premio de Motociclismo, que es cuando yo estuve.
Destaco la catedral, pero no por sus agujas, vidrieras, órgano o cualquier otro elemento clásico y grande, sino por los pequeños detalles alrededor del edificio.
Me llamó mucho la atención que hubiera un púlpito en el exterior de la catedral, un lugar desde el que el cura de turno lanzaría sus reprimendas al esquivo pueblo pecador.
Otro detalle que me atrajo fue este que se ve en la imagen, y del que no tengo ni idea de lo que significa, pero para mí fue suficiente motivo para sonreír y tomar una fotografía.
Štramberk
Los checos son los que más cerveza consumen en todo el mundo. Cada uno de ellos consume una media de más de 155 litros. Bueno, seguro que hay quien consuma mucho menos, y también mucho más, que esto es una media, no lo olvidemos.
En cualquier caso, es una cantidad sorprendente. Tanto que habrá quien se pregunte si esta gente se baña en cerveza. Pues la respuesta es sí, se bañan en cerveza. Al menos, los turistas lo hacemos.
Hay beerspas en diferentes lugares del país, el más publicitado es el de Chodovar, pero yo me bañé en uno de un minúsculo pueblo llamado Štramberk. Te desnudas, te metes en una bañera de cerveza calentita y, mientras, te bebes una bien fresquita. No se puede pedir más.
Pilsen
Es la cuarta ciudad más grande del país, aunque se recorre a pie en unas pocas horas.
Uno de sus atractivos más destacados está en visitar el lugar donde se desarrolló un sistema que cambió la cerveza de entonces (oscura, densa y fuerte), en una bebida mucho más ligera, suave y refrescante: crearon la cerveza pils o pilsner. Y, como muchos habréis deducido, fue Pilsner Urquell la artífice de aquella revolución. Curiosamente, ahora se está viviendo una involución, y se bebe más las cervezas sin filtrar (nefiltrovaný), más puras y turbias. A mí, personalmente, la Pilsner Urquell fue la marca que menos me gustó de todas las que probé durante mi estancia en el país (y probé muchas).
También se puede visitar el Museo de la Cerveza y acabar con una degustación, como no podía ser de otro modo.
Otro de sus atractivos están en la plaza de la República, donde se encuentra la catedral con la torre más alta del país. Alcanza los 102m. Y a su alrededor, hay fuentes y fachadas que al atardecer brillan como una cerveza pils.
Olomouc
Olomouc es hoy una tranquila ciudad, con una inquieta historia. Su reloj astronómico, y las remodelaciones que ha sufrido a lo largo de los siglos, ha sido testigo directo de las convulsas manifestaciones humanas, políticas y sociales, y, aunque no atraiga tantas miradas como el de Praga, merece permanecer un buen rato delante y saborear cada detalle.
Y no te preocupes por tus pies, permanecerán a salvo de turistas y segways controlados por niños sin control. Si no sabes de lo que estoy hablando, pásate por mi post sobre Praga y verás.
Ceský Krumlov
Es sin duda el pueblo más bonito de todos. Uno de esos pueblos de cuentos de hadas, con callejuelas, puentes, tabernas, cervecerías, plazas y un castillo con torre de colores. Nadie se lo quiere perder, ni siquiera los españoles, que en su inmensa mayoría acudían desde Praga en excursión de un día.
Sin embargo, es un lugar para quedarse y disfrutar de la noche, paseando por sus despejadas calles y bebiendo las cervezas locales en alguna de sus tabernas o en terrazas al aire libre, abrigados, eso sí, con gruesas mantas.
En el castillo, destacan dos espacios: la torre, alta, redonda, separada del castillo propiamente dicho y decorada con colores; y, el teatro de madera, una maravilla barroca casi única. Tan sólo quedan en el mundo dos teatros de estas características con la maquinaria conservada. La entrada es cara, pero merece la pena ver cómo con unas cuantas sogas, madera y mucho ingenio se podía transformar el decorado en un segundo, hacer subir y bajar a los actores por las trampillas o fabricar efectos sonoros espectaculares.
No permiten hacer fotos, así que tendréis que conformaros con las de la web de turismo.
Karlovy Vary
Y acabaré por un curiosísimo pueblo, en el que no se bebe cerveza, sino agua; Karlovy Vary. A él acuden miles de personas de la tercera edad en busca de la juventud perdida. No sé si la encontrarán, pero yo me sentí mucho más joven entre ellos, y eso que apenas di unos sorbitos al agua de sus fuentes.
Las aguas que corren por el subsuelo y que salen por las fuentes repartidas por la superficie, huelen mal, queman (algunas llegan a los 72º) y saben a rayos, pero la gente bebe y bebe y vuelve a beber. Buena suerte, amigos. Yo me quedo con su magnífica cerveza y sus propiedades beneficiosas para la salud, que las tiene, y muchas.
Na zdraví!